El fin de semana pasado tuve la oportunidad de visitar la exposición Obsesión Infinita de Yayoi Kusama en el Museo Tamayo.
Primero contaré toda la aventura y al final mi opinión en general.
Como buen mexicano promedio decidí junto con mi hermana aplazar la visita a esta exposición de la cual ya estábamos enterados hace varios meses. Fuimos el último jueves y pensábamos llegar por ahí de las 10 de la mañana, ya nos parecía bastante temprano. Entonces fue que encontramos una publicación de alguien que asistió un día antes diciendo que se formó 8:30 y esperó en la fila hasta las 12:30 para obtener su boleto.
Al saber lo anterior decidimos llegar a las 8 en punto; la fila era enorme y abarcaba las aceras que rodeaban al museo y parte del parque que lo rodea. Sabíamos que la taquilla la abrían a las 9, entonces sólo nos quedaba una hora de espera para que la gente comenzara a avanzar. Mientras tanto, un señor detrás de nosotros muy ociosamente fue a contar a las personas que teníamos enfrente y nos dijo que había aproximadamente 800 personas y que se iban a vender 2300 boletos así que sí íbamos a alcanzar.
| Enorme y monstruosa fila para obtener boletos para Obsesión Infinita |
Llegó la hora en que abrían la taquilla y la fila allá a lo lejos comenzó a avanzar y ya todos contentos hasta que unos minutos después salvaje señor con megáfono aparece diciendo que ya no había boletos. ¿Y entonces el señor que había ido a contar gente estaba mal?. No, resulta que había gente que se estaba aprovechando de esta demanda y estaban comprando de a cuatro boletos cada uno (máximo de venta por persona) y luego los estaban revendiendo hasta en quinientos pesos. Mucha gente incrédula, continúo en la fila y nosotros nos fuimos del lugar.
Era viernes y sólo quedaban tres días de exposición así que, tomando en cuenta nuestra experiencia, llegamos a las 6:30 de la mañana y ya nos sentíamos importantes pero escuchamoo que había gente ahí desde las 3 de la mañana. Vaya, al menos ahora estábamos en una fila más decente pero había que esperar dos horas y media para la repartición de fichas. Sí, repartían la misma cantidad de fichas en la fila que de boletos, eso haría que la gente supiera con antelación que ya no iba a alcanzar boleto, aunque muchos hacían caso omiso de esto.
Llegó la hora y sí alcanzamos ficha, todo había valido la pena definitivamente.
De aquí fueron otras tres horas en llegar a la taquilla y la verdad que uno termina odiando a la gente con quien comparte la fila y más si son hipsters pretenciosos que no dejan de hablar.
Después de soportar todo eso, por fin llegamos a la taquilla al medio día y compramos nuestros boletos. Nos tocó entrar a las 14:30, sólo había que esperar otras dos horas, pero no estuvo mal, creímos que nos tocaría más tarde. Aprovechamos ese tiempo para ir a desayunar y entonces entrar al museo.
Nuestra penúltima fila del día y mucho más tranquila ya que seríamos de los primeros en entrar. Entramos a la primera sala, que no eran más que esculturas hechas con falos. No sé interpretar esto así que me puse a leer y bueno, son falos pintados de plateado porque ese color le gusta y está relacionado con la castración. No tengo imágenes de esto porque no dejaban tomar fotos aquí.
Entonces pasamos a uno de los cuartos más llamativos el 'Infinite Mirror Room' un espacio como de 2x5 en donde te dejaban entrar de pocas personas por únicamente veinte segundos, o sea que apenas te daba tiempo para tomar selfie o apreciar el espacio. Lo que podemos ver aquí es una representación de varios falos blancos con lunares en color rojos amontonados en el suelo y rodeados por espejos.
Después del breve instante que estuvimos en este espacio o mejor dicho, de que nos corrieran de ahí, pasamos al siguiente cuarto denominado 'I'm Here But Nothing' en el cual encontramos objetos de la vida cotidiana con puntos de colores pegados sobre ellos e iluminados con luz negra. La idea de este espacio es, según la artista, denotar la banalidad de los objetos del día a día.
Lo siguiente sería ver una serie de pinturas a las cuales no dejaban tomar foto pero que fácilmente se pueden encontrar en internet, por lo cual no entiendo la restricción. Acerca de ellas puedo decir que tienen un efecto interesante ya que usa colores contrastantes para crear un efecto de movimiento ayudado en parte por la aglomeración de puntos que tanto le gustan a la señora.
Y el último cuarto sería el 'Fireflies on the Water', el que era... pues sí... un grupo de series navideñas de luces intermitentes dispuestas en forma vertical sobre un espacio de piso mojado y rodeado de espejos. Debe ser el cuarto más vistoso de todos y es en dónde más se tomaban selfies y donde era más complicado para los guardias hacer avanzar a la gente. Aquí no recuerdo haber leído el significado, así que terminamos.
Al salir de este cuarto había otra serie de cuadros con el mismo concepto y luego una muestra de fotos de la artista que mostraban su trayectoria como tal. Tampoco se podían tomar fotos aquí. Y así terminaba la exposición.
No sabíamos si habíamos apreciado la obra a su máximo ya que la desvelada de dos días no nos tenía al 100. Así que salimos al parque a descansar un poco y ver ardillas. Entonces vimos a gente que aparecía con estampas de puntos de colores pegados en su ropa, así que decidimos ir a investigar.
Descubrimos que nos había faltado un cuarto, sólo que este era de acceso a todo público. La entrada era muy pequeña y no había letrero que te hablara de su existencia, te dabas cuenta por la gente que salía de ahí. Así que entramos y se trataba del 'Obliteration Room', un cuarto parecido a 'I'm Here But Nothing' pero con luz natural, sin luz negra y todo cubierto por estampas de puntos de colores que la misma gente le pegaba. Justo en la entrada había un guardia que te entregaba tu planilla para los pusieras donde quisieras. Algo más interactivo y que aquellos que no alcanzaron a entrar podían haber hecho para presumir su visita sin hacer filas eternas y obtener la preciada selfie.
Y ahora sí terminamos. Salimos de ahí cubiertos de puntos y un poco más contentos por la interacción. También hubo más talleres para niños y otras cosas pero fueron más temprano y a esa hora estábamos formados para comprar los boletos.
Aunque la interacción no acabó aquí, siempre puedes meterte entre los árboles del parque y darle de comer a las ardillas.
Sin duda esto ha sido un fenómeno muy interesante en lo que se refiere a exposiciones de arte en la Ciudad de México. Nunca se había visto tanta gente interesada en entrar a un museo. Y ya sé, se puso de moda y todos querían su foto 'pal face', pero aguantar tantas horas de fila para eso, sí que merecen reconocimiento.
Ahora, hay quienes critican la obra diciendo que esto no es arte o que es basura y no sé qué más.Claro que no estoy de acuerdo, esto es arte, arte pop claro. Es como a los que les gusta el pop en la música, es un género llamativo, fácil de digerir y que le gusta a millones, pero finalmente es música, se aprecia y se disfruta.
De lo que sí me quejo es de que me parece una muestra pequeña, muchos lo notaron, no tardas mucho en salir. Esto ha estado en otros países y llevan más piezas y cuartos. Ni hablar.
Y fuera de todo esto, también hay que pensar en las ganancias que generó al museo tomando en cuenta que el presupuesto para cultura, al menos en el Distrito Federal ha sido reducido considerablemente. Esta obra ya sea por moda o por arte pop, ha sido una bocanada de aire fresco para el área administrativa de cultura.
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